Usted es actor, músico, cantante, ha escrito libros, es DJ, tiene un podcast… Cuando le preguntan por su profesión, ¿qué contesta? 

(Risas). Pues mira, precisamente hoy he estado en una tienda, cambiando la batería del móvil, y cuando me lo han preguntado, he contestado “audiovisual”. Otras veces digo actor. Nunca digo cómico, porque eso implicaría que te voy a hacer reír; respeto tanto la comedia que me asusta decir que soy cómico. Por eso me gusta más decir actor. Músico lo digo menos. Como tengo tantas profesiones, igual no se ha inventado todavía el término exacto.

¿Y cómo lo hace para compaginar tantas actividades? Algunas requieren mucha dedicación. 

Tengo actividades más secundarias que dejo para cuando tengo tiempo. Mis actividades principales son la de actor y la de músico con Ojete Calor, que tampoco le dedicamos todo el tiempo que nos gustaría a Carlos (Areces) y a mí, sobre todo para sacar canciones nuevas. Somos atípicos en eso, trabajamos muy lentamente precisamente porque los dos somos actores. No podemos irnos un mes a un cortijo andaluz para grabar un disco. Esa es la idiosincrasia del grupo, siempre hemos funcionado así. El resto de actividades las voy desarrollando en el tiempo que me va quedando. Me gusta mucho escribir, lo de DJ suele ser fechas que tengo comprometidas; no me gusta la palabra DJ, yo soy más animador; estoy entre un animador de una discoteca de Benidorm y un DJ profesional. Me gusta que la gente se lo pase bien y se divierta, más que ir a descubrirles canciones. Al final, no sé cómo lo hago, pero saco tiempo para todo. Incluso para ir muchas veces al cine, que es lo que más me gusta.

El nexo de todas esas actividades sería su particular sentido del humor, muy surrealista siempre, ¿no?

Sí. He tenido la suerte de ir uniendo un trabajo con otro, y todos bebían de ese humor del que tú hablas: del absurdo, del surrealismo… Desde la época de Muchachada Nui, luego con Retorno a Lilifor, los más de doscientos programas que hice con Nacho Vigalondo de Los felices veinte… Hacíamos las cosas de otra manera. Es un humor que por desgracia no es para las masas, por eso se dice que es un humor como de culto. Para mí, Faemino y Cansado son como la cúspide del humor, y a lo mejor no tienen el éxito de José Mota, pero sus seguidores les rinden un culto especial. Eso es lo que más me gusta trabajar. Creo que los directores nos tienen ya fichados y a veces escriben cosas pensando en nosotros. Eso me hace mucha ilusión, porque yo, lejos de no querer encasillarme y preferir hacer otros registros como el drama, me encuentro muy cómodo encasillado en el humor, el surrealismo y la comedia. Me gusta hacer cosas nuevas, pero estoy feliz haciendo esto. 

Ese humor, junto a la provocación, está muy presente en el ‘subnopop’ de Ojete Calor.

Sí, al final Ojete Calor son dos personajes. Estos dos personajes contestan por sí mismos, tienen opiniones que no coinciden con las nuestras. Precisamente eso es lo que hace especial el proyecto. Son muy suyos, contestan muy pocas entrevistas. Nosotros somos como esas productoras que no se hacen responsables de las opiniones de sus representados. 

¿Les ha ocasionado problemas?

Creo que tenemos la inmensa suerte de que los fans de Ojete Calor ya saben lo que vienen a ver y nos lo demandan. Ojete Calor son irreverentes y absurdos, en ocasiones sumamente ridículos, y eso les gusta muchísimos a nuestros fans. Cuando Ojete Calor se mete con sus fans, es como la esencia del punk cuando el artista escupía al público. Nosotros no escupimos, consideramos que es una costumbre muy del siglo XX, pero sí que nos metemos con las ciudades a las que vamos a tocar, y eso a la gente le gusta mucho. Ojete Calor son representantes del subnopop; han inventado el término, pero no son los primeros en hacerlo. Hay que recordar rimas de José Mª Cano como “no hay marcha en Nueva York y los jamones son de York”, o Neck, con ese “lo mucho que me duele este dolor”. Eso demuestra que hay artistas que ya hacían subnopop antes que Ojete Calor.

No me tomaré ese último comentario como algo peyorativo, porque sé que usted es muy fan de Mecano.

Fui, soy y seré un fan absoluto de Mecano. No ha vuelto a haber un grupo musical español que haya combinado tantas cosas de manera tan magistral. Desde la producción que le daban a las canciones, todas especiales, que igual se debe a la rivalidad que tenían los hermanos Cano. Tenían melodías y componían absolutas obras maestras. Las letras eran lo que les hacía más polémicos, pero yo apuesto por la gente que arriesga. Entre lo magistral y el ridículo hay una línea muy fina. Mecano saltaba esa línea y es cierto que a veces hacía algún ripio y alguna cosa muy risible, pero también lograba muchas cosas alucinantes. Mecano para mí es un referente.

Puede llamar la atención, pero sus gustos musicales tiran hacia lo oscuro: Depeche Mode, The Cure…

Sí. Desde que descubrí a Depeche Mode con el Violator, que yo tenía 11 años. La primera vez que escuché Personal Jesus supe que ese era mi estilo. Aquella canción fue un antes y un después para mí. Todo el mundo tiene un momento, cuando ve una peli o escucha una canción que le transforma. Yo lo vivi con Personal Jesus de Depeche Mode. Me alegro de que fuese precisamente esa canción, porque años después, la gente que la descubre sigue opinando que es atemporal. La producción de esa canción tiene algo tan mágico, tan pionero… Alan Wilder, el miembro que abandonó el grupo en el 95, tenía esa capacidad tan increíble de conseguir crear una canción mezclando muchos estilos y creando una canción fuera de las fronteras. ¿Es rock? ¿Es blues? ¿Es techno? ¿Es pop? ¿Es todo? Eso es lo que hace tan especial a Depeche Mode, y creo que en eso se parece a Mecano: no se conforman con hacer una canción con el típico sonido de guitarra, bajo, batería y teclado. Siempre van más allá. Ahora hay muchos grupos que van a lo fácil, parten de composiciones planas y no trabajan la producción, con lo cual es un drama. A mí siempre me han gustado los grupos que tiran a la melancolía: Pet Shop Boys, The Cure…. A The Cure se les asocia con lo gótico y lo oscuro, pero tienen un lado más alegre que te puede levantar el ánimo más que cualquier grupo que se considere alegre. De hecho, a mí esos son los grupos que me dan bajón; Coldplay me da un bajón tremendo, contra todo pronóstico. 

Ahora les vienen unos meses de bastante actividad con Ojete Calor, además en recintos muy grandes como el Navarra Arena o el Wizink Center, donde terminarán la gira. 

Es la gente la que demanda esto. Si encima de que tocamos poco, lo hiciésemos en salas pequeñas, se quedaría mucha gente sin ver a Ojete Calor. Esa es la razón de que toquemos en sitios grandes. En el concierto de fin de año en el Wizink, que se titula El concierto solo para gente guapa, habrá unas personas en las puertas, valorando si el público es apto para entrar o no (risas). Vamos a Pamplona a un sitio grande, para que todo el mundo pueda ir a apreciar el subnopop. Creo que la gente de Pamplona va a responder como se merece el grupo y como se merecen ellos.