Carlos Tiberio ha visto crecer Pamplona desde sus zapaterías. Hace casi medio siglo que abrió la tienda de Castillo de Maya -entonces Mártires de la Patria-, a solo unas manzanas de la fábrica de la calle Gorriti, de donde salió el calzado que vistió "a toda una generación de colegiales". Junto a sus hermanos, cuenta con locales en la calle San Fermín y en la avenida de Bayona y mira la actual crisis con la tranquilidad del resistente, recordando lo que ya se vivió a finales de los años 70. "Yo creo -recuerda- que aquello fue peor, pero si ésta se alarga...".

Como los Tiberio, cuyos orígenes en el calzado se remontan a 1929, alrededor de 10.000 pequeños comerciantes tejen la red de establecimientos de Navarra, de los que unos 7.000 se encuentran adscritos a la Federación de Comercio de Navarra (FCN). Algunos, de índole familiar, han incorporado ya a la tercera generación y entre todos generan cerca de 10.000 puestos de trabajo asalariados, según los datos de la propia FCN. Componen uno de los subsectores económicos más importantes de Navarra y soportan la profundización de una crisis de la que aún no se ve el fondo. El último incremento del IVA, cuya aplicación muchos han tratado de postergar, y el efecto de demoledor del paro que se alarga les hace coincidir en que 2012 está siendo el peor año de todos. Septiembre cerró con una caída en las ventas del 10,5% y, en el acumulado desde 2007, las cifras varían según el ramo y el propio establecimiento. Algunos hablan ya de un descenso cercano al 40%.

"Pero hay ganas de seguir", explica Miguel Cabodevilla, de Deportes Irabia, otro comercio de tradición familiar hoy ya diversificado, con siete tiendas y que da empleo a un centenar de personas. Su hija Saioa continúa la tradición que inauguró Corpus, el abuelo, que abrió la primera tienda de Deportes Irabia en Carlos III a comienzos de los años 60. La familia sigue apostando por el comercio en diferentes emplazamientos y ubicaciones: Mendebaldea, Conde Oliveto, La Morea y el propio Casco Viejo, donde cuenta con cuatro tiendas. "Es el momento de pelear duro -dice Miguel-, quien considera que ni hace unos años estábamos "tan bien" como se decía "ni ahora tan mal". Y si es verdad que en esta ocasión parecen "haberse conjugado todos los astros", los Cabodevilla, que han revisado toda su logística y los aprovisionamientos para ganar en eficiencia, tienen claro que otros aspectos que también deben ayudar a un comercio como el suyo, dedicado sobre todo a la ropa deportiva (Billabong, Quicksilver...). "Los precios van a la baja desde hace ya varios años. Hoy hay más oportunidades de compra", explica Saioa Cabodevilla, la tercera generación de una familia de comerciantes.

con optimismo

Los hay que invierten y crecen

Rafa Errea también quiere mirar a la crisis con optimismo. Con 49 años, lleva ya 22 al frente de la juguetería Eregui (Toy Planet), situada en Villava, y que recientemente ha abierto un local en la calle Bergamín 18, en el Segundo Ensanche pamplonés. "Nosotros tenemos la campaña fuerte en Navidad, pero esta segunda tienda nos permite estar más cerca de algunos clientes durante el resto del año. Llevaba un tiempo dándole vueltas y hemos visto la opción. El mercado inmobiliario y los precios de las bajeras parece que ahora acompañan algo más", explica Errea, nacido en Eugui, y que comenzó de comercial. "Me movía mucho y a comienzos de los 90, vimos que en Pamplona no había una juguetería con formato de hipermercado que ya existía en otros lugares". También aquellos eran tiempos duros. Los bancos prestaban poco y a un interés del 18%. "Para mí, sin duda, fue peor entonces", dice Errea, quien hace ya 14 años integró a su empresa en la cooperativa Toy Planet, "en un paso decisivo para competir" con otras grandes superficies.

Errea reconoce que el pasado mes de septiembre, con la subida del IVA "fue desastroso", pero que el adelanto de las compras a agosto "compensó" en parte. El juguete no es además el sector que más ha sufrido. "Los padres -cuenta Errea- se quitan antes de un vino más caro, de cenar o de una camisa que de los juguetes de los niños".

Las ópticas son otro de los comercios que aguanta el temporal, con esfuerzo, pero sin hundirse. "Yo creo que no ha cerrado ninguna", cuenta Iñaki Úcar, de Óptica Navarra, empresa familiar ubicada en la avenida Baja Navarra y que el año que viene cumple medio siglo. "El primer local lo abrieron mis padres aquí mismo", explica Úcar. A comienzos de los ochenta se abrió el local de Estella y a finales de la misma década, el de Alsasua. Posteriormente llegó Barañáin y, en 2009, Peralta. "En total, unas 20 personas trabajando", dice Úcar, quien reconoce la "estabilidad de un negocio con un componente sanitario" que "ni sube tanto cuando las cosas van bien ni baja tanto cuando van mal". "Nosotros no entramos a abaratar los costes a costa de la calidad, pero la crisis se nota, claro que se nota".

hay relevo y juventud

Negocio de padres a hijos

"Somos los supervivientes", dice Rosa González, propietaria de Decoración Textil Iribarren, cuando los ocho tenderos que aparecen en la fotografía se encuentran en el centro de Pamplona. Su comercio, ubicado en Martín Azpilicueta (San Juan) y dedicado al textil del hogar, tiene ya más de tres décadas de historia, y soporta razonablemente bien la crisis. "Tenemos una clientela fiel y fija, muchos años de trabajo, una apuesta por la calidad y el buen gusto, con marcas exclusivas, y nos hemos movido mucho, por todas las ferias", explica Rosa González, que comenzó en un almacén en la calle Guelbenzu, que expuso en hoteles, que tuvo una tienda en la Vuelta del Castillo, en Irún y en Hendaia. "Pero hemos preferido concentrarnos aquí", cuenta. Con tres dependientas y dos hijas, Edurne y Leire, que se han incorporado al negocio, la apuesta por la decoración ha permitido compensar la caída del textil y reforzar la cercanía con el cliente. "Si hay que ir a una casa para ver cómo queda la alfombra, vamos", dice.

Más de medio siglo tiene también Larequi Bike & Motorbike, comercio de bicis y motos nacido en la Chantrea a comienzos de los años 60 y que hace cuatro abrió un local de 3.500 metros cuadrados en Ansoáin. Mintxo Larequi representa la segunda generación de una familia involucrada de lleno en el negocio y que en algunos casos ha permitido hacer de una afición el modo de vida. "A los hermanos nos gusta la bici, claro", explica Mintxo Larequi, que acude a la cita montando una bicicleta con batería, una de las últimas apuestas del sector para llegar a más clientes. Larequi reconoce que las ventas se han reducido, sobre todo en el caso de las motos, y que los clientes se lo piensan mucho más a la hora de gastar. "Está siendo el año más flojo, la crisis llegó más tarde a Navarra, pero ahora sí que se nota. El que sea más profesional aguantará", explica Larequi, en cuya tienda trabaja una decena de personas.

Comercio de barrio

Buscando soluciones

En el centro y en los barrios, la crisis pega duro al comercio de toda la vida, que busca el modo de salir adelante. Incluso cuando el mercado que abarca se transforma a toda velocidad. Es el caso de Nerea, la librería que en la calle Esquíroz de Pamplona atiende desde más de nueve años Nerea Reta y que fue abierta hace ya 36 por su padre. Libros, papelería, revistas, tarjetas de móvil, de autobús, prensa y loterías. "Se nota la crisis, pero también la crisis del sector, de los libros y de la prensa", explica Nerea Reta, periodista de profesión y que sigue atenta la evolución del sector del libro antes de reorientar su negocio. "Voy a esperar un poco para ver cómo va, pero tengo claro que lo mío es un establecimiento pequeño y no puedo meterme en el tema de eBooks y iPads. En una librería de barrio no es fácil especializarse", explica Reta, quien reconoce que la crisis obliga "a trabajar más horas" para "sacar lo mismo".

Amaia Uría también está tomando el relevo de su padre en Mariscos Esquíroz, que suma ya dos décadas de actividad en su establecimiento de Iturrama y que "por supuesto que ha notado la crisis". Se vende menos, pese a que "los precios llevan estancados cuatro o cinco años", explica Uría, acostumbrada a trabajar sábados, domingos y festivos. "Cuando más trabajamos es en fin de semana y para el resto de días ha habido que buscar alternativas porque se quedaba algo escaso: de lunes a miércoles, por ejemplo, un menú por 14 euros". Uría explica que "algunos clientes dejan de aparecer" y las ventas resultan "mucho más irregulares". "No siguen un patrón fijo -dice- pero está claro que se gasta menos: el que antes llevaba una langosta ahora lleva un bogavante y el que antes cogía dos centollos, ahora compra solo uno".

una propuesta

Gravar las bajeras vacías

Hace 25 años y dos días que Andoni Olabarri firmó el contrato de alquiler de su local en Paulino Caballero 29, donde inauguró en 1987 Koala, una tienda que abrió la ciudad a la moda surf y skate y que fue una referencia para toda una generación de jóvenes y adolescentes. "Llegamos a llenar Anaitasuna con una exhibición de skate", recuerda. Hoy mantiene el local y gestiona también las franquicias Fridays Project e Imaginarium, ambas en el II Ensanche. Eibarrés de 47 años y apasionado del surf, vivió la crisis de 1992 y 1993 pero tiene claro que "no fue tan dura como ésta".

Olabarri, como Rosa González, defiende el valor del comercio pequeño, que "deja el dinero en Navarra", "hace barrio y hace cercanía". "Yo he visto crecer a los hijos de mis vecinos", cuenta Olabarri, quien critica el empeño de los sucesivos equipos de gobierno "por abrir centros comerciales" y considera que "quizá debería estar penalizado fiscalmente tener bajeras vacías. Pero nadie se atreve a hacerlo: el concejal de turno se ocupa del comercio y de un montón de cosas más".

También Rafa Errea, de la juguetería Eregui, ve exagerado el precio de algunos locales y reclama al Ayuntamiento que dé facilidades para la apertura de nuevos negocios. "Los trámites son muy largos. Yo abrí en Bergamín en mayo con el permiso de actividad, pero aún no tengo la licencia de apertura".