Algo tiene el true crime para atraernos tanto. Quizá todos albergamos un cuarto cerrado con llave al fondo del pasillo que sabemos que en situación límite podríamos llegar a abrir. Lo que ha estallado en Labiano es una tragedia personal y familiar. Sus ondas sísmicas nos han sacudido a todos.

Felicito a Sagrario Zabaleta y a Jesús Morales, redactores de este periódico, porque con sus conversaciones con vecinas y vecinos del pueblo han completado la historia. Se lo agradezco porque creo que así han restituido de algún modo la dignidad de Ángel María, el padre de 83 años que ha matado a su hijo de 55 con el que, al parecer, ya sólo compartía el nombre y su casa. Tras imputarle un delito de asesinato con alevosía la jueza que instruye el caso ha decretado prisión domiciliaria para este padre y abuelo. Gracias al trabajo de esos dos periodistas sabemos que el hijo sufría adicciones desde hacía mucho y tenía dos hijas. Sabemos que Mari, el Ángel María de 83 años, las ha cuidado en su casa y las adora, que es un pastelero jubilado muy apreciado en Labiano al que hasta el domingo pasado le encantaba pasear al alba por el monte y salir a cazar con su escopeta. Para acercarnos al motivo por el que la descargó contra su hijo, ese acto tan contra natura, tendríamos que haber escuchado los gritos que salían de esa casa, conocido a las “personas extrañas” que visitaban a su hijo y visto cómo este, al parecer, le amenazó dos veces con un arma blanca mientras le exigía dinero la noche previa al asesinato. Quizá ese hombre vio tan cerca la posibilidad de que su hijo acabara matándole que se adelantó. Quizá abrió la puerta de su cuarto del fondo y cruzó la línea tras muchos años soportando toda la basura física, emocional y mental que generan las adicciones en un hijo. Para salir de ese vertedero había decidido ingresar en una residencia de Pamplona. Cuando soltó la escopeta llamó a casa de un vecino y le contó lo que había hecho y cuando se lo llevaron los agentes de la Policía Foral, lloraba. Esto no es la justificación de un asesinato. Es un intento de entender el dolor de un padre en el último tramo de su vida.