El 2 de mayo debatimos en el Pleno del Ayuntamiento de Iruñea una propuesta de declaración del PSN-PSOE, instando a luchar contra la desinformación, fechada el día 26 de abril, dos días después de que el presidente Sánchez enviara su carta a la ciudadanía a través de un tuit. Y no pudimos menos que preguntarnos, como mucha gente, si no fue la misma cabeza la que concibió la carta y la proposición de declaración dentro de la misma operación. Y es que todo ello nos pareció un paripé.

Decía la propuesta de declaración que “La desinformación representa una amenaza significativa para la democracia, la cohesión social y el bienestar ciudadano al socavar la confianza en las instituciones, polarizar el debate público, etcétera”, que “En nuestro país hemos vivido varias campañas de este tipo”. Y que “Es responsabilidad de las autoridades adoptar medidas proactivas para combatir la desinformación…”. Y la verdad, no podemos estar más de acuerdo. 

Pero la denuncia de la situación no aportaba la más mínima autocrítica. Porque, efectivamente, estando de acuerdo con lo expuesto, echamos en falta que, por ejemplo, junto con otras denuncias que sí hacía, denunciara también que las autoridades nunca debían haber usado la trágica combinación de policía y medios para, mediante desinformación y tribunales, llevar a cabo eso que llamamos lawfare. En todo el Estado, y también en Navarra.

Porque no se puede abordar la regeneración democrática ni desde el y tú más, ni desde el todos menos yo. Si la regeneración democrática ha de ser creíble, debe llevar dosis de autocrítica y capacidad de integrar grandes mayorías.

Estamos convencidos de que es responsabilidad de todos y de todas que hayamos llegado hasta aquí, y lo que vemos y leemos estos días, desde luego, nos lleva a pensar que quien gana de todo este teatrillo montado desde Moncloa no es la democracia sino la ocultación, el olvido, la desmemoria, el decir que no importa lo que algunos hayan hecho o dejado de hacer, etcétera. Y que quien sin duda pierde es la convivencia. Porque si sucumbimos al ruido cuando se apela a la democracia, lo que sucumbe es la propia democracia… y se acaba alimentando los populismos.

Convertir la política en un reñidero no nos llevaba a buen puerto democrático sino a la desafección hacia la política y al descrédito para con la democracia. La desinformación y la manipulación política de la misma ha llevado a crear mentiras y a difundirlas de modo que muchas personas las llegan a creer como si fueran auténticas verdades, como si fueran palabra de Dios. Y a difundir urbi et orbe que las personas que en algún momento de nuestras vidas nos dedicamos a la política somos todas iguales.

Por eso nos hacemos muchas preguntas que siguen en el aire y generan ruido cuando el silencio es la respuesta. Por ejemplo, ¿qué ha pasado de verdad y de gravedad con quien fuera secretario de Organización del PSOE, quien llegara a ser ministro, para que fuera relegado de su cargo y conminado a entregar el acta de diputado, aunque se haya refugiado en el grupo mixto del Congreso? ¿Nos van a informar de verdad o tenemos que hacer como que no ha pasado nada? ¿Como que eso no importa?.

Otra pregunta: ¿Va el PSN-PSOE a reconocer que cuando algunos de sus dirigentes hacían campaña contra el gobierno de Uxue Barkos intentando trasladar a la población la idea de que desde el Gobierno de Navarra estábamos imponiendo el euskera, sobre todo en el acceso al empleo público, lo que pretendían era desgastar a aquel gobierno legítimo y hacerse con el poder? Palabras en este sentido fueron dichas entonces incluso por la actual presidenta de Gobierno, la señora Chivite. ¿Va el PSN-PSOE a reconocer que esto no solo lo hizo la derecha sino que también los socialistas se sumaron a la campaña de mentiras y falsedades? ¿Creen en el PSN-PSOE que podemos abstraernos de que aquel ruido que ellos y la derecha generaron fue el preludio de las iniciativas de un sindicato como UGT (no Manos Limpias, no… ¡UGT!), para acudir a tribunales que orientaban –y lo siguen haciendo– sus sentencias de manera muy sesgada cuando se trata de una lengua propia de Navarra como es el euskera? ¿Tenemos que hacer hoy como que aquello no pasó, aunque sigue pasando? 

La lealtad no puede confundirse con la sumisión. Y cuando una parte de quienes hoy son –a distintos niveles y con distintos compromisos– socios del PSOE vayan abandonando el barco, esperamos que el PSN agradecerá tener al lado a socios tan leales como críticos, como lo somos en Geroa Bai. Socios sí, pero no palmeros de una performance que se muestra cada vez más ridícula y vergonzosa. 

De hecho, y a medida que desaparece el humo de la comparecencia del presidente del lunes y van pasando los días, todo el mundo puede darse cuenta de que los medios de comunicación y formaciones políticas más dispuestas a creer la carta del presidente Sánchez, están francamente decepcionados. Que El País mencione las palabras “sucesión” y “pos-sanchismo” en portada, o que La Vanguardia titule llamando pato cojo al presidente, no son los mejores augurios para creerles en la propuesta que ahora hacen de regeneración.  

Los socialistas fueron miembros beneficiados del corralito foral que crearon y desarrollaron junto con UPN. Corralito en el que lawfare y desinformación fueron santo y seña. Sí, también los socialistas han sido campeones cuando les ha tocado en materia de lawfare, de control del relato y de desinformación. El PP no ha estado solo en emponzoñar y controlar la justicia. ¡Ha estado muy acompañado! Hasta con la llamada policía patriótica de determinado comisario han estado acompañando a la derecha. 

Por no hablar de uno de los casos más dramáticos de nuestro ámbito navarro, como fue la escandalosa desaparición de Caja Navarra. Desinformación, política, tribunales… Todo en uno para una operación en la que, desgraciadamente, PSN-PSOE y derecha actuaron todos a una. ¡Y hace muy pocas fechas como para olvidarlo!

Y por eso, al igual que en lo referente a Memoria –histórica y/o democrática– la apuesta de Geroa Bai por la regeneración democrática es integral. Lo que implica recordar el pasado, reconocer los errores y asumir su carga.

Los autores son concejales de Geroa Bai en Iruñea