Estos días la izquierda española está inquieta. Se siente atacada. Mira incrédula el bombardeo mediático al que los media le están sometiendo, el cúmulo de agresiones, insultos, mentiras y amenazas de los que diariamente es objetivo. Y se queja. Pide respeto, apela a la convivencia y al sentido común. Y expresa ese desasosiego con una ingenua frase que es a la vez denuncia y lloriqueo: “España no se merece esta derecha”.

Es perfectamente comprensible. La agresión inmisericorde de las derechas a este gobierno y a todos los partidos a la izquierda de Ciudadanos es repugnante e injusta. Va mucho mas allá de la legítima lucha política o de un duro debate con intercambio verbal de ideas o argumentos. Es cierto. Pero amigos, decir que esta no es la derecha que España merece es no tener memoria. ¿Por qué no lo es? ¿Acaso hay otra?

La izquierda española conoce bien a esa derecha ultramontana, lleva décadas alternándose en el poder con ella. Compartiendo, con honrosas excepciones, sus excesos, sus abusos policiales y judiciales, sus prevaricaciones. Anteponiendo siempre su nacionalismo español (ese tan invisible) a los derechos de los ciudadanos. Mirando para otro lado cuando se ilegalizan ideas y partidos, cuando se cierran medios de comunicación, cuando se dictan leyes especiales ad hoc, cuando se encarcela a los disidentes, cuando se incumplen una tras otras las sentencias de los tribunales europeos e internacionales.

Ha callado, cuando no alentado, el apaleamiento de decenas de miles de personas que la derecha urdió enviando a sus gorilas uniformados contra ellas. Siguen persiguiendo juntos, esto en Navarra bien lo sabemos, símbolos e idiomas, por el simple hecho de que no son los suyos. Y hasta ayer, se han manifestado conjuntamente para recortar esos derechos.

Esta sí es la derecha que España se merece, claro que lo es. Nunca ha habido otra. Es la derecha que España se ha dado a sí misma, la España avejentada que todavía cree vivir en un imperio, madre amorosa de los que se sienten sus hijos y madrastra del resto. La que cada vez que se imagina en peligro, azuza a los primeros para que desempolven las viejas banderas y voten masivamente contra los otros. O para que los liquiden. Ahora la izquierda española se siente agredida. No esperaba que un día la fiera se iba a volver también contra ella. No creía posible que un día ella sería también protagonista del viejo poema de Martin Niemöller. Bienvenidos al mundo real. Dejen ya de lloriquear y pónganse a trabajar.

Posdata: este post es de... ¡hace 4 años! Solamente le he cambiado el título para evidenciar su actualidad. Pero gran parte de la culpa de que la hidra haya crecido tanto es de los que durante los años de gobiernos de izquierda no han hecho nada, porque a la hora de aplicar lo que predicaban les temblaron las piernas.